La licencia por salud es un derecho ganado, bueno, ganado es un decir porque hay que ganarse esa licencia, cuánto más enfermo o deteriorada esté tu salud. 

Hace unas semanas empecé a sentirme mal, mi voz, herramienta con la que trabajo desde 1994 como docente, se vio afectada. El asunto empeoró, pues todos los días tengo que ganarme la atención de los estudiantes, ordenando, gritando y mil recursos más. Cada día iba perdiendo más la voz, tomé mis mates de ajo, eucalipto, pero ya era demasiado tarde, la faringitis me atacó, aunque siempre tratando de salir victorioso, le he esquivado descansando por las noches y las mañanas, el problema es en la tarde, donde tengo que trabajar en el aula, levantar la voz para 25 o 30 estudiantes no es nada alentador para un docente con faringitis.

En vista de que iba perdiendo la batalla con una fiebre de más de 38, me fui a EsSalud donde me recetaron cefalexina y otras cosas más entre tabletas e inyectables. Ya para ese momento mi voz estaba casi perdida y la garganta parecía que se iría a romper a punta de borbotones de sangre, así es que me atreví a solicitar a la doctora que me atendió sólo un día de descanso médico, pues de hecho la doctora Carmen entendería la situación, me dijo que todos los profesores pasan por lo mismo y que con el tratamiento de la receta se me pasaría y que hiciera mis clases con mascarilla. Empecé de inmediato con el tratamiento agujereándome el trasero y más las tabletas “mejoraré” pensé, pero fue peor, entraba a clases y ya no podía hablar, al segundo día de tratamiento empezó a quemarme la boca del estómago, al tercer día empezaron algunos mareos, era un viernes y tuve que faltar al colegio, simplemente ya no podía hacer mis clases, lógicamente me descontarán gracias a la comprensión profesional de la doctora Carmen.

El lunes fui estoicamente al colegio a pesar que el estómago me daba vueltas, ya no razonaba bien, me mandaron un mensaje de texto al celular y contesté cosas equivocadas, mandé un correo a otra persona por confusión, a media tarde entré corriendo al baño con diarrea y esto se repitió como cuatro veces al día (lo del baño), el martes no almorcé por sentir nauseas y así me fui al colegio, a la salida (6:30pm) entregaba libreta de notas de mi salón y no tomé lista a los padres asistentes, entregué una libreta a una alumna cuando debía hacerlo a sus padres que no vinieron, al llegar a casa no pude cenar, me daba nauseas, me sentía mareado y mis piernas no me permitían equilibrar mi cuerpo, desde del estómago hasta la boca me quemaba y ardía, por momentos me parecía estar ausente de mi cuerpo… otra vez a EsSalud.

En un principio no me quisieron recibir porque por los síntomas debía ir por consulta y no a emergencia, pero a insistencia me derivaron a tópico, con la advertencia que el doctor no me atendería. A las 11pm me atendió el doctor Hipólito, le expliqué todo lo que está escrito aquí, me miraba de tal forma que pensé que no me creía nada de lo que le decía y lamentaba el momento en que me enfermé… "A ellos los pondría a trabajar así, carajo" dijo después de revisar en el sistema mi caso, si, una luz al final del túnel. Me pasó el estetoscopio por todos lados, me sentó, me echó y hasta de cabeza me hubiera puesto con tal que me ausculte bien. Su diagnóstico fue gastritis medicamentosa.

Me recetó para la gastritis y para mi faringitis y sin que se lo pidiera me dio 3 días de descanso, casi lloro y poco me faltó para lanzarme a abrazarlo, pero solo le dije "gracias", "nada de gracias, es un derecho que tienes" me respondió. Me dijo que pase por ventanilla para que impriman mi descanso. Mientras iba con la orden del doctor para que impriman mi descanso pensaba en que quizá he tenido una mala percepción de EsSalud, que todo el tiempo me he dejado llevar por la opinión de muchos insatisfechos e intolerantes, gente que tienen poca paciencia con el sistema del seguro, pensé que siempre me quejo del seguro sin rescatar los buenos elementos que en él hay. Al final llegué a la ventanilla y allí estaba aquel tipo, el que dijo que el doctor no me atendería, le miré de frente para restregarle la orden del doctor en su cara y decirle "ya ve, si me atendió, ahora imprima este descanso", la verdad no le dije nada (pero lo pensé), solo le extendí la orden, la miró, esperé un instante, verificó en la pantalla de su computadora, me miró y dijo suelto de huesos, y es más, creo que con una mórbida satisfacción "NO HAY SISTEMA", pero eso ya es otra historia.