Recordaba, hace algunos días, algún concepto del que la gente tenga sobre Perú y llegó un recuerdo lejano, quizá el más lejano que tenga memoria, un tipo en una radio capitalina de difusión nacional, había invitado a un personaje norteño y ni bien empezó la entrevista, de arranque nomas le pregunta si era hincha de Universitario o de Alianza, pregunta muy natural claro, pero pensé, por qué los que somos de provincia tenemos que escoger ser hinchas de solo estos equipos, acaso no hay otros diseminados por todo el ancho y largo del Perú. Bueno, el entrevistado al final, dijo el nombre de un equipo de su región y con eso quedó sentado que el Perú no solo es Lima.

Ese es pues, un recuerdo de muchacho. Ahora, el recuerdo más cercano que me asalta en este instante con suma indignación es el caso del último terremoto en Ecuador (16 de abril de 2016), indignación no por cómo el gobierno ecuatoriano hace frente al siniestro o si la ayuda extranjera es lenta o escasa, sino que el sistema noticioso al hacer eco de este fenómeno (sobre todo televisivo), empezó a realizar algunos especiales y entrevistas con invitados expertos en el tema sobre CÓMO SERÍA UN TERREMOTO EN PERÚ, que me parece muy bien y necesario, pero a la hora de la transmisión esperada solo pasaban como quedaría el Callao, el centro de Lima, de cuántos muertos en la capital o la capacidad de atención de los hospitales capitalinos, y todos concluían que PERÚ NO ESTÁ PREPARADO PARA UN SISMO COMO EL DE ECUADOR POR EL SIMPLE HECHO QUE LIMA NO ESTÁ PREPARADA …¡PERÚ ES LIMA Y PUNTO!

Y así, desde mi primer recuerdo hasta este último hay cientos de ejemplos intermedios de esta postura o visión errónea de que si algo le pasa a Lima es lo que le pasa al Perú. Esa visión endémica de pensar que el Perú es Lima es la que ha llevado a descuidar las regiones más alejadas como Loreto, Madre de Dios o Puno, por eso muchos compatriotas, tratando de alcanzar un poquito de los beneficios de ser peruanos, han tenido que viajar a Lima, donde hoy se concentran más del 30% de votantes, quedando casi en el olvido algunas regiones como Tumbes, Moquegua, Pasco o Madre de Dios, que no pasan de representar cada una a menos del 1% de votantes.

Hemos alcanzado un crecimiento sostenible (discutible creo yo), pero que solo se refleja en estudios macroeconómicos, pero que al hombre de a pie no le toca vivirlo. Es allí que ese poblador de a pie tiene que recurrir a la informalidad ya sea en la capital o en provincia como el cultivo de coca, minería informal, deforestación y depredación de bosques amazónicos. La mayor fuente de recursos naturales se encuentra precisamente en estas regiones con menos población, si esta población sabe que “x” candidato presidencial podría acoger sus justos reclamos, de hecho votarán por él… pero es un voto escuálido porque no alcanzarán el porcentaje que alcance otro candidato preferido en Lima, y no estoy hablando que si el candidato de provincia es de izquierda, derecha, arriba o abajo, NO, estoy hablando de proteger al ciudadano, a los niños, a poblaciones vulnerables, de cuidar el agua, el aire que respiramos, plantas y animales que muchas veces viven en microclimas tan frágiles como un recién nacido.

Y ahora me pregunto ¿Y la vida marina? ¿Quién vela por ellos? ¿La flora y fauna marina acaso no se encuentran también en nuestro territorio? ¿Cuántos parlamentarios hay representando a este territorio, no para depredarlo sino para conservarlo de manera sostenible? Nunca he visto un pulpo o concha marina en el congreso presentando alguna ley ultramarina o submarina. Por eso será que esta región ya está contaminada y nadie dice nada.

Solo me queda esperar que el próximo “elegido” esté iluminado no por la plata por la que juramentará, tampoco por la intravenosaizquierda o la antropofagoderecha, sino por el amor que un día derramó a la tierra en la que jugaba de niño, ese amor con el que cuidó a aquella su mascota desprotegida, ese amor que olvidó cuando se creyó hombre convirtiéndose hoy en una bestia minotáurica.